Una tarde triunfalista en una colonia restaurantera de la Ciudad de México. Los restaurantes están que no cabe ni un alma ni un sÃmil, y en una calle cercana a la zona donde los restaurantes se multiplican como si fueran panes y peces, se oyen voces fuertes, una mujer pide auxilio, la gente corre, algunos regresan precipitadamente a sus mesas y se vuelven a ir con sus amigos, los meseros quieren controlar el éxodo y acuden a toda su disciplina corporal para mantenerse en sus sitios, desesperados.
En el balcón del tercer piso del edificio, un hombre de unos 40 años anuncia su decisión: va a renunciar a la existencia, y antes de hacerlo explica el motivo: lo corren del edificio, no tiene adónde ir, la expulsión es una canallada.
Además, con su acto se propone hacer una contribución mundial, lo va a dedicar, alega, âcomo si fuera una obra de arte, que es lo que va a ser. Durante siglos, la humanidad ha desaprovechado la oportunidad extraordinaria de convertir los suicidios en obras únicas, y al quitarle el sentido estético a estos finales por voluntad propia, se les condena a ser meramente circunstanciales, mi suicidio será el primero que se dedique como una pieza de colección.
Desde abajo, la multitud se enardece. ¡Ya bájate, pendejo! ¡No nos quites el tiempo! â El casi agonizante se ofende: âVáyanse al carajo. Yo no les pedà que vinieran. Lárguense a ver cómo se asfixia su madre con el gasâ. Más gritos. Insiste: âImagÃnense, si los suicidios pudiesen llevar dedicatoria, los que se van de este mundo tendrÃan que esforzarse y ser más imaginativos.
Nada de pastillas ni un balazo en el corazón. âEs que el casero ya le pidió el departamento porque hace un año que no paga, y hoy llegó con un actuario, la policÃa y unos cargadores.
Le querÃan sacar los muebles a la calle. Los vio llegar, y se encerró y luego salió con su numerito. Lleva ya como media hora en el balcón. Se presentan los bomberos.
Hay reporteros, una legión de fotógrafos, camarógrafos de Televisa y Televisión Azteca. Desde un balcón cercano lo entrevista un reportero de radio:.
âPorque me da la gana, que es un derecho ciudadano, carajo, y porque alguien debe enfrentarse a estos parásitos capitalistas y echarles en cara la explotación a que nos sujetan. Estas rentas son un robo.
Y el rumbo no es nada seguro. âEstá bien, señor, ¿pero por qué mejor no organiza un movimiento contra la especulación urbana? âPorque no nacà para lÃder y me conformo con ser mártir Guarda silencio un momento y grita : Pueblo de México, le pensaba dedicar mi suicidio al casero para mancharle de sangre su Navidad, pero mejor te lo dedico a ti, que dejas que te exploten los buitres y los escorpiones.
Responde con dolor a mi dedicatoria. âSi es sagrada a mà me vale madre. Es mi único patrimonio y lo voy a usar creativamente, como una obra de arte, repito. Entra un momento y pone un disco de MarÃa Callas. La riña por la dedicatoria prosigue, algunos se fastidian y se van.
Los camarógrafos se divierten. Nadie toma en serio el suicidio. De pronto un gran silencio. El hombre parece decidido. La burla se transforma en espanto Cinco minutos más tarde, se abre la puerta del edificio y el suicida fallido aparece custodiado por la policÃa.
Esa noche no se contempla su imagen en los noticieros no es noticia , al dÃa siguiente ni una nota en los periódicos, ya basta de localismos. âNo mi señor, con todo respeto le quiero decir que soy hombre honesto con tres hijos, ya dos de ellos con posgrado.
En este oficio llevo diez años, y me da pena reconocer que a últimas fechas se ha desprestigiado un poco, por estos compañeros que no se fijan en el buen nombre de México en el extranjero, y por eso cometen fechorÃas. Por decir algo le dicen al japonesito al que le dan servicio â¿Sabes qué?
Cáete con lo que traigas. Pero ahoritaâ, y el japonesito no entiende español y les reclama, y allà queda un japonesito menos, y que sufra el buen nombre de México. Le cuento mi idea. Estos señores del gobierno no saben castigar a los culpables, los dejan ir y ya se sabe que un culpable no vuelve nunca dos veces al lugar donde lo detuvieron.
Pero no era eso de lo que querÃa hablarle. Vea usted el caso de unos tipos que asaltan un microbús, por decir algo. ¿A cuántos pasajeros les quitan sus relojes, sus anillos de matrimonio, sus carteras, sus chamarras? Y si alguno resiste, pues el tÃpico balazo o el navajazo.
Y los arrestan, y salen las comisiones de derechos humanos a defenderlos. No se vale. Mi plan es sencillo.
Detienen a los asaltantes. Si han sido veinte los pasajeros del microbús, que les toque a un año de cárcel por cada uno. Esto lo propongo porque ahora lo usual es que desvalijen a multitudes, el robo a una sola persona como que está pasando de moda.
Okey, pues pongan ustedes que le tocan a los ladrones veinte años de cárcel. La sociedad les perdona la mitad, sus buenos diez años, con una condición: que donen un órgano, el que sea, una córnea, un riñón, el hÃgado, que le hacen falta a tantas personas que son honradas, que se esfuerzan, que trabajan, que luego vienen éstos a quitarles todo.
Asà me gustarÃa: entregan un órgano y se les rebaja la mitad de la condena. Les sale barato. Algunos merecen que se les quiten dos o tres órganos de golpe, como ese Mochaorejas y su grupo que secuestraban y mutilaban a los pobres secuestrados.
¡Pinches malvados! Pero fÃjese, a varios pasajeros cuando les digo que el Mochaorejas deberÃa pagar con varios órganos, me contestaban alarmados: â¿Quién va a querer ponerse una córnea o un riñón de ese criminal?
A lo mejor el transplante convierte al enfermo en un hampónâ. No sé, habrÃa que estudiar esos casos con cuidado, pero a la mayorÃa sÃ: âHiciste eso, ahora pagas con un órganoâ. ¿Qué le parece? Siempre se ha dicho, o si no se ha dicho siempre, es tiempo de darle intemporalidad a la afirmación, que los peseros son el espejo más cierto de la vida.
Allà la gente integra sus silencios, su buen y mal humor, sus cuitas, sus sistemas informativos⦠En los peseros, sobre todo los de trayectos largos, la comunidad instantánea se expresa tan libremente como puede, al cabo que el anonimato resguarda, al cabo que no hay grabadoras, al cabo que quién se fija en las palabras.
Los peseros son el ágora en movimiento, la plaza pública disminuida o acelerada por los semáforos. Eso creÃa yo hasta la semana pasada. EmprendÃ, por razones tan inconfesables como el miedo a los taxis, un viaje en pesero hacia Iztapalapa, casi tan poblado de sobresaltos como los viajes de orden suprema del siglo XIX.
Ãramos al principio ocho seres indiferentes a todo, estoicos, pétreos. Pero como cada embotellamiento es el alfa y el omega de la especie, la frialdad se fue quebrantando. Y una señora abrió el fuego comunicacional:. âNo me gusta ir amontonada, pero desde niña he vivido asÃ.
Ãramos once hermanos en tres cuartitos, más los papás y una tÃa, y tenÃamos un chiste predilecto: âHoy nos toca dormir de pie como en camión. â Creo que desde entonces no sé dormir sola. Por eso no me he casado.
Me sentà un tanto incómodo: ¿A qué venÃa esa confiancita? Pero se me habÃa olvidado la Ley del Transporte Colectivo: las revelaciones nunca vienen solas. Habló acto seguido un señor con aspecto de persona docilizada por el maltrato verbal de sus jefes.
âEso de la familia numerosa es terrible. Se queda uno con la costumbre de sentirse siempre vigilado por alguien. El dÃa de mi noche de bodas nos sentimos tan solos mi mujer y yo ella tiene doce hermanos que invitamos a unos amigos a que se estuvieran con nosotros hasta el amanecer.
¡Dioses de la intimidad! ¿Qué pasó con la discreción del mexicano? Ya nadie detenÃa el rÃo de las confesiones:. âTiene usted razón. Las familias nunca nos dejan. Mi hermano es de esos strippers que se desnudan para las señoras, y mi papá necio que tenÃa que verlo, porque no creÃa que lo hiciera bien.
Y por más que le explicábamos que era sólo para mujeres, él furioso porque no iba. No paró hasta que mi hermano nos hizo un show en un cumpleaños de mi mamá.
Mis hermanas y mis tÃas tuvieron que ponerle billetes en la tanga para que mi jefe viera cómo se podÃa ganar la vida. El joven con aspecto de repartidor de pizza look que consigue el aire de andar de prisa estando sentado se explayó de pronto:. â¡Qué chistoso!
Ahora que sacan ustedes lo de la familia, tengo dos tÃas fantásticas. Una tiene los senos más grandes del mundo, y la otra pesa una tonelada, pero realmente.
Y siempre que hay reunión en mi casa, se agreden feo, y me doy cuenta que en el fondo están contentas, porque se sienten a punto de entrar al Libro de Récords Guinness. No alcanzo a captar el motivo de tanta sinceridad. La señora del vestido verde, hasta ahora callada, se precipita a hablar al advertir el hueco de un silencio.
âYo tengo un problema, a ver qué les parece. Mi marido el otro dÃa no llegó a dormir. No es la primera vez que lo hace, pero no sé porqué, ahora sà me preocupó, y fui a buscarlo a su trabajo. Allà estaba, hecho una facha, medio borracho todavÃa.
Le pregunté dónde habÃa estado, y me salió con evasivas. Además, la camisa le olÃa a perfume barato. Estoy segura de que anda con otra. ¿Qué les parece? ¿Lo dejo, me hago guaje, le pongo pleito, le pago con la misma moneda? El pesero es una fiesta, todos hablan, aconsejan, se manifiestan expresivamente.
La luz del entendimiento cae sobre mÃ. ¡Por supuesto! En el pesero tan sólo se escenifica un talk show de Cristina Saralegui.
Ni modo, las tradiciones se agotan y se renuevan. Lo básico ahora, en donde sea, a cualquier hora, es revelar la intimidad, ver en los demás a un confesor colectivo.
¿Cómo no comprender que la meta principal, salir en televisión, ya no es forzosamente asunto de controles remotos o grabaciones en el estudio, y que se pueden vivir las situaciones televisivas sin necesidad de cámaras y micrófonos?
La televisión no es parte de la vida, la frase es incorrecta y desorientadora. Más bien, la vida es parte de la televisión, y quien no divulga sus secretos acaba por no tenerlos.
El sueño utópico de la agonÃa del milenio: una sola persona en el Metro, entre semana y en horas pico. ¿Alguien concibe un sueño más arriesgado, menos susceptible de cumplimiento? Me propongo meditar en lo anterior, mientras me dejo prensar en esa cadena infinita del ser que es un vagón que no consiente siquiera un milÃmetro de distancia entre un cuerpo y otro.
Y a mi reflexión, un tanto apretujada, la contradice el aviso: âAmigas, amigos, por razones difÃciles de explicar, aquà mismo empieza el Primer Concurso de Bolero en el Metro, sin fines lucrativos, ni siquiera âlo que sea su voluntadâ, nada más se les solicita su aplauso, o, si no pueden usar las manos, su entusiasmo vocal.
Intento seguir los acontecimientos, y percibo a un joven con guitarra sentado que acompaña a una chava de pie que entona con deleite âCenizasâ.
El estilo no es original, pero es formidable que la voz se escuche por sobre el rumor de las conversaciones y el ruido de las fisiologÃas apeñuscadas. Aplaudimos o gritamos con espontaneidad, y el siguiente concursante interpreta bajo la clara influencia de Daniel Santos, âPreciosaâ.
Ãxito rotundo y pena de los que deben abandonar el vagón ahorita mismo. Ebook Rumor imposible by Elizabeth Bevarly.
Save Rumor imposible for later. El Clan De Hombres Lobo De Khánara. Ebook El Clan De Hombres Lobo De Khánara by Vianka Van Bokkem. Save El Clan De Hombres Lobo De Khánara for later. El Instinto de la Luz. Ebook El Instinto de la Luz by Cristián Londoño Proaño. Save El Instinto de la Luz for later.
Ebook La capilla nupcial: Tu invitación al romance, 2 by Caroline Mickelson. Save La capilla nupcial: Tu invitación al romance, 2 for later. Extraños al calor de la noche. Ebook Extraños al calor de la noche by Kylie Brant.
Save Extraños al calor de la noche for later. La Esposa Beduina. Ebook La Esposa Beduina by Cedric Daurio Save La Esposa Beduina for later. Del odio a la pasión.
Ebook Del odio a la pasión by Joan Johnston. Save Del odio a la pasión for later. La galería de las niñas muertas. Ebook La galería de las niñas muertas by Maribel Álvarez. Save La galería de las niñas muertas for later.
Una mujer para el vaquero. Ebook Una mujer para el vaquero by VD Cain. Save Una mujer para el vaquero for later.
La Redención. Ebook La Redención by MaryLu Tyndall. Save La Redención for later. Ebook Sintiendo en Aguas Frías: Diario de una maestra en prácticas en la Amazonía peruana by Diana Santana Martín. Save Sintiendo en Aguas Frías: Diario de una maestra en prácticas en la Amazonía peruana for later.
La heredera escocesa. Ebook La heredera escocesa by Margaret Moore. Save La heredera escocesa for later. El latido que nos hizo eternos. Ebook El latido que nos hizo eternos by Mita Marco. Save El latido que nos hizo eternos for later. Noche de Chicas. Ebook Noche de Chicas by Charlie Daye.
Save Noche de Chicas for later. Verdad amarga. Ebook Verdad amarga by Catherine Spencer. Save Verdad amarga for later. Instantes de pasión. Ebook Instantes de pasión by Joan Hohl.
Save Instantes de pasión for later. El Ángel Dorado El Ángel Roto 5. Ebook El Ángel Dorado El Ángel Roto 5 by L. Save El Ángel Dorado El Ángel Roto 5 for later. Ayesha El Retorno De Ella: PARTE 2. Ebook Ayesha El Retorno De Ella: PARTE 2 by Henry Rider Haggard. Save Ayesha El Retorno De Ella: PARTE 2 for later.
Buscando a su príncipe. Ebook Buscando a su príncipe by Karen Rose Smith. Save Buscando a su príncipe for later. El Cautivante Conde. Ebook El Cautivante Conde by Lorna Read. Save El Cautivante Conde for later. Mascarada Mágica. Ebook Mascarada Mágica by Hilary Gilman.
Save Mascarada Mágica for later. La hechicera de Reinkar. Ebook La hechicera de Reinkar by Alessia Francone. Save La hechicera de Reinkar for later. Historical Romance For You View More. La abadía de Northanger. Ebook La abadía de Northanger by Jane Austen.
Save La abadía de Northanger for later. El diablo en la botella. Ebook El diablo en la botella by Robert Louis Stevenson. Save El diablo en la botella for later. La protegida del lord. Ebook La protegida del lord by Andrea Milano.
Save La protegida del lord for later. Ebook Los tres mosqueteros: Clásicos de la literatura by Alexandre Dumas. Save Los tres mosqueteros: Clásicos de la literatura for later. Ebook Orlando by Virginia Woolf.
Save Orlando for later. Ebook Los pilares de la Tierra de Ken Follett Guía de lectura : Resumen y análisis completo by ResumenExpress.
Save Los pilares de la Tierra de Ken Follett Guía de lectura : Resumen y análisis completo for later. Ebook La Divina Comedia : el infierno, el purgatorio y el paraíso by Dante Alighieri. Save La Divina Comedia : el infierno, el purgatorio y el paraíso for later. El mercader de Venecia. Ebook El mercader de Venecia by William Shakespeare.
Save El mercader de Venecia for later. Falsas ilusiones. Ebook Falsas ilusiones by Teresa Cameselle. Save Falsas ilusiones for later. Ebook Clemencia by Ignacio Manuel Altamirano.
Save Clemencia for later. Ana Karenina. Ebook Ana Karenina by León Tolstói. Save Ana Karenina for later. Jane Eyre: Clásicos de la literatura. Ebook Jane Eyre: Clásicos de la literatura by Charlotte Bronte. Save Jane Eyre: Clásicos de la literatura for later.
Don Juan. Ebook Don Juan by Lord Byron. Save Don Juan for later. No todo fue mentira. Ebook No todo fue mentira. Espejismo by Teresa Cameselle. Save No todo fue mentira. Espejismo for later. El tutor.
Ebook El tutor by Cathryn de Bourgh. Save El tutor for later. Ebook Villette by Charlotte Bronte. Save Villette for later. Ebook Magnolia by Nieves Hidalgo. Save Magnolia for later. Ebook Matrimonio pactado - Finalista IX Premio Internacional HQÑ by María Fau.
Save Matrimonio pactado - Finalista IX Premio Internacional HQÑ for later. Edipo en Colono. Ebook Edipo en Colono by Sófocles. Save Edipo en Colono for later. Los tres mosqueteros. Ebook Los tres mosqueteros by Alexandre Dumas.
Save Los tres mosqueteros for later. Ebook Novelas Ejemplares: Clásicos de la literatura by Miguel de Cervantes. Save Novelas Ejemplares: Clásicos de la literatura for later. Ebook La Paga de los Soldados: Los veteranos y las complejas secuelas de la Primera Guerra Mundial: Los veteranos y las complejas secuelas de la Primera Guerra Mundial by William Faulkner.
Save La Paga de los Soldados: Los veteranos y las complejas secuelas de la Primera Guerra Mundial: Los veteranos y las complejas secuelas de la Primera Guerra Mundial for later. Lady Susan. Ebook Lady Susan by Jane Austen.
Save Lady Susan for later. El heredero MacIntoch. Ebook El heredero MacIntoch by Camila Winter. Save El heredero MacIntoch for later.
Sentido y Sensibilidad ilustrado. Ebook Sentido y Sensibilidad ilustrado by Jane Austen. Save Sentido y Sensibilidad ilustrado for later. Un Lugar En Tu Corazón. Ebook Un Lugar En Tu Corazón by Amaya Evans. Save Un Lugar En Tu Corazón for later. Un duque sin honor. Ebook Un duque sin honor by Olivia Ardey.
Save Un duque sin honor for later. El legado. Ebook El legado by Camila Winter. Save El legado for later. Ebook Colección de Friedrich Schiller: Clásicos de la literatura by Friedrich Schiller. Save Colección de Friedrich Schiller: Clásicos de la literatura for later. Inesperado by Teresa Cameselle.
Inesperado for later. Related podcast episodes. Las croquetas de Samuel García. Podcast episode Las croquetas de Samuel García by La Radio de la República. Save Las croquetas de Samuel García for later. Podcast episode "El Talismán", un relato de Emilia Pardo Bazán by Podcast Noviembre Nocturno.
Save "El Talismán", un relato de Emilia Pardo Bazán for later. la ratita presumida. Podcast episode la ratita presumida by Cuentos encantados. Save la ratita presumida for later. Los músicos de Bremen. Los músicos de Bremen by Cuentos encantados. Los músicos de Bremen for later.
la princesa y el guisante. la princesa y el guisante by Cuentos encantados. la princesa y el guisante for later. El cuento de la lechera. El cuento de la lechera by Cuentos encantados. El cuento de la lechera for later.
Podcast episode Golosinas religiosas y bombones fulminantes: ¡Nueva temporada, nuevas historias! by Historias de Sazón. Save Golosinas religiosas y bombones fulminantes: ¡Nueva temporada, nuevas historias!
for later. El enano saltarín. Podcast episode 1. El enano saltarín by Cuentos encantados. Save 1. El enano saltarín for later.
La aventura de los renos. La aventura de los renos by Cuentos encantados. La aventura de los renos for later. Juan sin miedo. Juan sin miedo by Cuentos encantados. Juan sin miedo for later.
Emma y el elfo travieso. Podcast episode Emma y el elfo travieso by Historias de Emma. Save Emma y el elfo travieso for later. La casita de chocolate.
La casita de chocolate by Cuentos encantados. La casita de chocolate for later. Cuentos de princesas. Podcast episode Cuentos de princesas by Cuentos infantiles y para todas las edades.
Save Cuentos de princesas for later. El gato con botas. El gato con botas by Cuentos encantados. El gato con botas for later. Podcast episode Cap. Save Cap. El Pueblo Maldito. Podcast episode El Pueblo Maldito by Sobrenaturalmax.
Save El Pueblo Maldito for later. Podcast episode T01XE15 - Diario de una Amazona - Un Podcast de Celia Blanco Latanace - Me cogió a pulso y me puso encima de la mesa - Episodio exclusivo para mecenas by Diario de una Amazona con Celia Blanco latanace.
Save T01XE15 - Diario de una Amazona - Un Podcast de Celia Blanco Latanace - Me cogió a pulso y me puso encima de la mesa - Episodio exclusivo para mecenas for later.
Podcast episode Ligia Elena Rubén Blades, interpretado por Marcela Joya y Klaus Mueller by Orden de traslado. Save Ligia Elena Rubén Blades, interpretado por Marcela Joya y Klaus Mueller for later.
Podcast episode Demasiado peinado María Moreno, en la voz de Hinde Pomeraniec by Orden de traslado. Save Demasiado peinado María Moreno, en la voz de Hinde Pomeraniec for later.
Podcast episode T01XE24 - Diario de una Amazona - Un Podcast de Celia Blanco para MTVRX Producciones - Comer coño de forma salvaje by Diario de una Amazona con Celia Blanco latanace. Save T01XE24 - Diario de una Amazona - Un Podcast de Celia Blanco para MTVRX Producciones - Comer coño de forma salvaje for later.
Podcast episode Sigue el cierre de válvulas de gasolina… Y como dijo Don Andresito: Y seguirá. by La Radio de la República. Save Sigue el cierre de válvulas de gasolina… Y como dijo Don Andresito: Y seguirá.
Martes de AMLIbebe. Podcast episode Martes de AMLIbebe by La Radio de la República. Save Martes de AMLIbebe for later. La sirena de Tamiahua. Podcast episode La sirena de Tamiahua by Cofre de Leyendas.
El resultado en votos electorales ya lo conocemos. Lo que muchos no dicen es que Hillary obtuvo 5 millones de votos menos que Obama en , una Cuando el deporte vuelva regresarán con él las historias cotidianas, los partidos, las jornadas y los triunfos esperados Pasear al perro, hacer la compra, de sobremesa el triunfo de lo cotidiano en las campañas de moda. El denominado "mundane marketing" cuenta
Triunfos Inesperados Cotidianos - Missing El resultado en votos electorales ya lo conocemos. Lo que muchos no dicen es que Hillary obtuvo 5 millones de votos menos que Obama en , una Cuando el deporte vuelva regresarán con él las historias cotidianas, los partidos, las jornadas y los triunfos esperados Pasear al perro, hacer la compra, de sobremesa el triunfo de lo cotidiano en las campañas de moda. El denominado "mundane marketing" cuenta
MARA PATRICIA CASTAÑEDA Coordinadora de Televisa Espectáculos, periodista y conductora www. com Fue una tremenda impresión el enterarme que Amparo Serrano había trascendido; sin embargo, las lágrimas se fueron convirtiendo en sonrisas al.
Irina abrió la puerta del departamento y se aguantó las ganas de llorar. Era pequeño y deprimente, pero fue lo único que consiguió con el dinero que le quedó después de pagar a los acreedores de su padre.
Dio un suspiro y pensó que ya encontraría la. Salvador dio vuelta por una calle y siguió avanzando, tra-tando de encontrar la direc-ción que tenía anotada en el papel. Era un sitio peligroso, lleno de bares de mala muer-te. Su historia está llena de parches. Nadie sabe del todo en qué año nació o de quién recibió aquella herencia Freddie.
Lo que sí saben todos es que es ella quien siempre ha fichado a los mejores actores de Londres. Y así seguirá siendo si el siglo XX s.
Marisol subió las escaleras y dudó si debía entrar al edificio de Lunas Ahumadas, impresionante enmediodel emporio comercial de San Isidro, endondegentecomo ella sólo iba de paseo para mirar aparadores y soñar con los vestidos que lucían elegantes lo.
M aría entró a la oficina de su padre sin llamar a la puerta, apenas podía controlarse. Todos en el despacho tenían que seguir al pie de la letra sus reglas, donde no había lugar para la informalidad, el tuteo ni los errores. Se trabajaba en medio de.
PARÍS, FRANCIA. Los personajes: —Totò sic o Toño el asaltante, un gatillero que nunca ha matado a nadie de todos modos, su tari.
PRIMERA PARTE MADRID, ESPAÑA Nunca ha sido de mi agrado enviar un embajador a España, como tampoco lo es ahora y, a no ser que Franco cambie su forma de tratar a los ciudadanos que no lo siguen con fervor, me veré dolorosamente tentado a romper.
Silvia llegó a la explanada de la Costa Verde muy arrepentida de haber cedido a la presión de Milagros, pero cómo decirle que no después de la avalancha de mensajes que le hacía llegar cada 10 minutos. Así que habló con su madre para que estuviera pe. SANTA MARÍA, la hacienda de la familia Ibarra, estaba a unas horas de trayecto desde el centro de la ciudad: para llegar había que cruzar los barrios periféricos que se entrelazaban con una zona industrial poblada de fábricas y refinerías.
Luego, el. Mira esas tristes, que aguja y lanzadera y huso dejaron por meterse de adivinas, y causar maleficios con yerbas y figuras Dante, Inferno, canto XX Las ráfagas de viento soplaban espaciadas pero puntuales doblando los débiles troncos de los pinos i.
Review must be at least 10 words. Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida por cualquier medio incluido electrónico, mecánico u otro, como ser fotocopia, grabación o cualquier sistema de almacenamiento o reproducción de información sin el permiso escrito del autor, a excepción de porciones breves citadas con fines de revisión.
La casa se pinta como un bellísimo arco amarillo recortada en el verde de la campiña inglesa del siglo XIX. Alguien encincha un bellísimo caballo de pelaje rojizo y brillante. Es Ana, quien se alista para salir al trote campo afuera de la mansión.
El paisaje es bellísimo, el sol cae con esplendor sobre las frondosas arboledas que acompañan a la joven en su carrera. Todo va de maravillas, pero al llegar a un angosto riacho, el caballo alza sus patas delanteras, lo que hace que Ana caiga hacia atrás sobre la hierba, rodando sobre sí misma hasta que su sombrero se desliza por encima de sus hombros, dejando ver su cabello, que como hilos de cobre brillan bajo el sol contrastando con los verdes de la campiña.
Un hombre de cincuenta años, de nariz aguileña y pelo castaño se acerca a la mesa. Su tez es mate y su personalidad es conocida por ser muy amable y paternalista.
Lady Sarah es una mujer delgada que aún conserva la frescura de su juventud. De carácter armonioso, cabellos rojizos, tez blanca y figura esbelta. Su rostro se caracteriza por llevar siempre una sonrisa.
La criada entra en el comedor donde se encuentra la pareja, portando una delicada vajilla de té que descansa sobre una bandeja de plata. Suena una campana. También en la cocina, donde se encuentra toda la servidumbre, es la hora del desayuno.
Luego se vuelve, mira al joven que acababa de llegar y le dice en voz baja:. En esos momentos, Lord Hamilton estaba de pie al lado del fuego del hogar en la sala de estar, observando cómo Amelia hacía bailar la aguja, enhebrada de hilo color rojo.
Manejaba el bordado como una experta. Lady Amelia es la hija del matrimonio, y su edad es de dieciséis años. Se caracteriza por ser una joven a quien le apasiona la poesía y la filosofía antes que los paseos y los juegos al aire libre.
Open navigation menu. Close suggestions Search Search. en Change Language close menu Language English selected Español Português Deutsch Français Русский Italiano Română Bahasa Indonesia Learn more.
User Settings. close menu Welcome to Everand! Skip carousel. Carousel Previous. Carousel Next. What is Everand? Ebooks selected Audiobooks Magazines Podcasts Sheet music.
Explore Ebooks. Bestsellers Editors' Picks All Ebooks. Explore Audiobooks. Bestsellers Editors' Picks All audiobooks. Explore Magazines. Editors' Picks All magazines.
Explore Podcasts All podcasts. Difficulty Beginner Intermediate Advanced. Cancel anytime. Ebook 57 pages 39 minutes.
Read free for days. Read preview. About this ebook Esta novela histórica de romance en español es sobre una mujer de 23 años, dama de compañía de Amelia, de 16, que se enamora de un caballero inglés. Carousel Previous Carousel Next Historical Romance. Language Español.
Publisher Editorial Imagen. Release date Dec 22, ISBN Related authors Skip carousel. Carousel Previous Carousel Next. Jane Hormuth. José Antonio Moreno. Tagore Rabindranath.
VD Cain. Olivia Manderlen. Related to Triunfos Inesperados Titles in the series 2 View More. Ebook Triunfos Inesperados: Un cambio de rumbo para Ana by Nicole Demuse. Save Triunfos Inesperados: Un cambio de rumbo para Ana for later.
Ebook Una Historia Hindú: Novela Histórica de la Antigua India by Tagore Rabindranath. Save Una Historia Hindú: Novela Histórica de la Antigua India for later. Related ebooks. Una lunática bajo el árbol.
Ebook Una lunática bajo el árbol by Simona Liubicich. Save Una lunática bajo el árbol for later. Las noches pasadas.
Ebook Las noches pasadas by Hugo Riquelme. Save Las noches pasadas for later. Deseo Prohibido: Amor Prohibido, 1. Ebook Deseo Prohibido: Amor Prohibido, 1 by Emmanuelle de Maupassant. Save Deseo Prohibido: Amor Prohibido, 1 for later.
Ebook Contramarea by Elena Arnak. Save Contramarea for later. Rumor imposible. Ebook Rumor imposible by Elizabeth Bevarly. Save Rumor imposible for later. El Clan De Hombres Lobo De Khánara. Ebook El Clan De Hombres Lobo De Khánara by Vianka Van Bokkem.
Save El Clan De Hombres Lobo De Khánara for later. El Instinto de la Luz. Ebook El Instinto de la Luz by Cristián Londoño Proaño. Save El Instinto de la Luz for later.
Ebook La capilla nupcial: Tu invitación al romance, 2 by Caroline Mickelson. Save La capilla nupcial: Tu invitación al romance, 2 for later. Extraños al calor de la noche. Ebook Extraños al calor de la noche by Kylie Brant. Save Extraños al calor de la noche for later.
La Esposa Beduina. Ebook La Esposa Beduina by Cedric Daurio Save La Esposa Beduina for later. Del odio a la pasión. Ebook Del odio a la pasión by Joan Johnston. Save Del odio a la pasión for later. La galería de las niñas muertas. Ebook La galería de las niñas muertas by Maribel Álvarez.
Save La galería de las niñas muertas for later. Una mujer para el vaquero. Ebook Una mujer para el vaquero by VD Cain. Save Una mujer para el vaquero for later.
La Redención. Ebook La Redención by MaryLu Tyndall. Save La Redención for later. Ebook Sintiendo en Aguas Frías: Diario de una maestra en prácticas en la Amazonía peruana by Diana Santana Martín.
Save Sintiendo en Aguas Frías: Diario de una maestra en prácticas en la Amazonía peruana for later. La heredera escocesa. Ebook La heredera escocesa by Margaret Moore.
Save La heredera escocesa for later. El latido que nos hizo eternos. Ebook El latido que nos hizo eternos by Mita Marco. Save El latido que nos hizo eternos for later. Noche de Chicas. Ebook Noche de Chicas by Charlie Daye.
Save Noche de Chicas for later. Verdad amarga. Ebook Verdad amarga by Catherine Spencer. Save Verdad amarga for later. Instantes de pasión. Ebook Instantes de pasión by Joan Hohl.
Save Instantes de pasión for later. El Ángel Dorado El Ángel Roto 5. Ebook El Ángel Dorado El Ángel Roto 5 by L. Save El Ángel Dorado El Ángel Roto 5 for later. Ayesha El Retorno De Ella: PARTE 2. Ebook Ayesha El Retorno De Ella: PARTE 2 by Henry Rider Haggard. Save Ayesha El Retorno De Ella: PARTE 2 for later.
Buscando a su príncipe. Ebook Buscando a su príncipe by Karen Rose Smith. Save Buscando a su príncipe for later. El Cautivante Conde. Ebook El Cautivante Conde by Lorna Read. Save El Cautivante Conde for later. Mascarada Mágica. Ebook Mascarada Mágica by Hilary Gilman.
Save Mascarada Mágica for later. La hechicera de Reinkar. Ebook La hechicera de Reinkar by Alessia Francone. Save La hechicera de Reinkar for later. Historical Romance For You View More. La abadía de Northanger. Ebook La abadía de Northanger by Jane Austen. Save La abadía de Northanger for later.
El diablo en la botella. Ebook El diablo en la botella by Robert Louis Stevenson. Save El diablo en la botella for later. La protegida del lord. Ebook La protegida del lord by Andrea Milano. Save La protegida del lord for later. Ebook Los tres mosqueteros: Clásicos de la literatura by Alexandre Dumas.
Save Los tres mosqueteros: Clásicos de la literatura for later. Ebook Orlando by Virginia Woolf. Save Orlando for later. Ebook Los pilares de la Tierra de Ken Follett Guía de lectura : Resumen y análisis completo by ResumenExpress. Save Los pilares de la Tierra de Ken Follett Guía de lectura : Resumen y análisis completo for later.
Ebook La Divina Comedia : el infierno, el purgatorio y el paraíso by Dante Alighieri. Save La Divina Comedia : el infierno, el purgatorio y el paraíso for later. El mercader de Venecia.
Ebook El mercader de Venecia by William Shakespeare. Save El mercader de Venecia for later. Falsas ilusiones. Ebook Falsas ilusiones by Teresa Cameselle. Save Falsas ilusiones for later. Ebook Clemencia by Ignacio Manuel Altamirano. Save Clemencia for later. Ana Karenina. Ebook Ana Karenina by León Tolstói.
Save Ana Karenina for later. Jane Eyre: Clásicos de la literatura. Ebook Jane Eyre: Clásicos de la literatura by Charlotte Bronte. Save Jane Eyre: Clásicos de la literatura for later. Don Juan. Ebook Don Juan by Lord Byron. Save Don Juan for later.
No todo fue mentira. Ebook No todo fue mentira. Espejismo by Teresa Cameselle. Save No todo fue mentira. Espejismo for later. El tutor. Ebook El tutor by Cathryn de Bourgh. Save El tutor for later. Ebook Villette by Charlotte Bronte. Save Villette for later.
Ebook Magnolia by Nieves Hidalgo. Save Magnolia for later. Ebook Matrimonio pactado - Finalista IX Premio Internacional HQÑ by María Fau. Save Matrimonio pactado - Finalista IX Premio Internacional HQÑ for later. Edipo en Colono. Ebook Edipo en Colono by Sófocles.
Bueno, un beso y aguántense la tocada porque nosotros bien que nos aguantamos su pinche aspecto. âCompañeros, la burguesÃa allà está tan campante y nosotros tan de a tiro, sin movilizar las fuerzas históricas que saquen a estos miserables del poder y le den entrada al campesinado, al proletariado, a las clases medias progresistas y a la vanguardia de las luchas populares.
¿En qué andamos, compas? En la marcha no oà un solo grito de apoyo al heroico pueblo de Vietnam, ni un saludo a las movilizaciones antiimperialistas en Angola.
Ya sé que eso fue hace mucho, pero el tiempo histórico allà sigue. ¿Qué pasa? ¿Ya nos comieron la lengua las ratas del imperialismo?
El pueblo tiene hambre y sed de justicia y nos toca responder a nosotros, los luchadores de siempre y desde antes. ¿O vamos a dejar que nos vean la cara y el trasero? Ni madres, compas. La lucha del pueblo está más presente que nunca, está en todas partes y viva la vanguardia, y ahà te vamos burguesÃa Y llégale , y llégale , y llégale , y llégale , y llégale , y llégale Sigue cinco minutos con las mismas dos palabras y el orador emocionado y ronco.
Se detiene un breve instante y continúa Y llégale , y llégale , y llégale , y llégale Lleva diez minutos en el rosario agitativo, y alguien del comité organizador le sugiere que concluya, el orador no hace caso y persiste en el Y llégale hasta que le arrebatan el micrófono.
Furioso, desciende y se pierde entre los restos de la marcha, mientras se escucha a cada segundo más apagadamente: Y llégale , y llégale Hay performances muy limitados en su alcance, no obstante el gran éxito inicial.
Por ejemplo: el aviso del surgimiento de imágenes de la Virgen de Guadalupe. El esquema suele ser reiterativo: alguien, por lo común una señora devota, localiza la presencia inesperada de la imagen bendita, se lo cuenta a los vecinos, le habla a la televisora local o a las grandotas, le avisa al cura más cercano del bienaventurado caso, acuden los reporteros y las cámaras, los vecinos toman partido decididamente, las autoridades religiosas piden tiempo para emitir un veredicto nunca se produce , y con gran unción algún sacerdote oficia allà mismo la misa de agradecimiento.
También un incrédulo publica un artÃculo sobre alucinaciones colectivas, y se refiere sarcásticamente a los creyentes afectados por la mercadotecnia, que definen el cielo como âla oferta de temporada eterna para los fielesâ. No, yo no fui el primero que la vio, por eso fui el primero que dio aviso, aunque el que la contempló antes que nadie a ella, la Morenita del Tepeyac, fue Ernesto, el vago que nunca falta aquà por la plaza.
Yo me distraje observando una carroza fúnebre por la Avenida Hidalgo, donde eso casi nunca sucede, la lentitud desespera el tránsito, pero Ernesto, que ese dÃa no tenÃa qué hacer, pues cuándo, se iba a meter al Metro Hidalgo y que se fija en el piso porque es muy distraÃdo, es de los de âyo paârriba no sé mirarâ, y allà estaba la losa con la imagen de la Morena, resplandeciente aunque un tanto difÃcil de mirar, era ella sin duda.
En eso que llega Toñita, la que vende flores, y que suelta un grito y se pone a llorar, y nadie la calmaba, y lágrimas y lágrimas, y hubo quienes lloraban por solidaridad, y ella gritaba â¡Milagro, milagro!
â, y luego añadÃa: âDevuélveme a Pedro, Patroncita! â y llegaba gente y se maravillaba ante la imagen, y empezaron a caer los reporteros, y la televisión y los camarógrafos, y las preguntas igualitas, que cómo ocurrió esto, y a poco es de veras la Virgen, no se parece a la de las fotos, ¿cuáles fotos?
â, y nadie supo responder, pero daba igual porque a todos nomás les importaba la Virgen, y que se presenta un cura a dar fe, más bien a echar una ojeada, y la gente no hizo caso de sus preguntas, y lo obligó a decir misa y en los alrededores del Metro Hidalgo no se podÃa dar un paso, y la gente rezaba y una señora gritó: âEs un mensaje del cieloâ, porque en el Metro se pecaba, y las parejas no se esperaban a la recámara y otra señora le gritó que no dijera tonterÃas, que la Virgen no usaba sus apariciones como regaños, y otra señora que usa el Metro ya muy noche comentó: âSiquiera usaran condónâ.
Y la regañadora replicó: âPues tampoco la Virgen apadrina el vicioâ, y Toñita, su opositora le contestó: âDirá amadrinaâ, y Toñita dále que dále con la devolución de su Pedro, y los paseantes rezaban y el cura aconsejaba prudencia, y llegó otro sacerdote que recomendó más plegarias aunque distintas para no aburrir al Todopoderoso, y una persona que lo acompañaba vendÃa los rezos, y tuvieron que cerrar esa entrada al Metro, y Toñita despachaba flores como loca, y ya nunca supe si volvió Pedro, porque me dio flojera preguntar, y además me puse a ayudarla con la venta, y a ella también se le olvidó.
Se arman miniperegrinaciones, la gente se forma en el pasillo con paciencia admirable, nadie que pase por allà se atreve a comentar en voz alta lo pasado de moda de los milagros, ni su incapacidad de competir con los efectos especiales.
La noticia se eleva en los altares mediáticos, vienen de la provincia y de la nueva provincia las delegaciones de la Ciudad de México , a certificar el suceso, hay rezos, hay problemas de vialidad en el Metro Hidalgo Luego, el fervor amengua y a los dos meses una vecina en un centro habitacional descubre junto a su refrigerador, no una mancha de humedad, sino la mismÃsima imagen de la Morenita del Tepeyac, llama a los vecinos y a la televisión, se dinamiza el centro habitacional Y luego desciende el olvido, la imagen de la loza de cemento en el Metro es colocado respetuosamente en un nicho del pasillo, de la virgen del refrigerador no se vuelve a hablar y de pronto, en un pueblo de Hidalgo un vecino descubre en un árbol una imagen Una tarde triunfalista en una colonia restaurantera de la Ciudad de México.
Los restaurantes están que no cabe ni un alma ni un sÃmil, y en una calle cercana a la zona donde los restaurantes se multiplican como si fueran panes y peces, se oyen voces fuertes, una mujer pide auxilio, la gente corre, algunos regresan precipitadamente a sus mesas y se vuelven a ir con sus amigos, los meseros quieren controlar el éxodo y acuden a toda su disciplina corporal para mantenerse en sus sitios, desesperados.
En el balcón del tercer piso del edificio, un hombre de unos 40 años anuncia su decisión: va a renunciar a la existencia, y antes de hacerlo explica el motivo: lo corren del edificio, no tiene adónde ir, la expulsión es una canallada. Además, con su acto se propone hacer una contribución mundial, lo va a dedicar, alega, âcomo si fuera una obra de arte, que es lo que va a ser.
Durante siglos, la humanidad ha desaprovechado la oportunidad extraordinaria de convertir los suicidios en obras únicas, y al quitarle el sentido estético a estos finales por voluntad propia, se les condena a ser meramente circunstanciales, mi suicidio será el primero que se dedique como una pieza de colección.
Desde abajo, la multitud se enardece. ¡Ya bájate, pendejo! ¡No nos quites el tiempo! â El casi agonizante se ofende: âVáyanse al carajo.
Yo no les pedà que vinieran. Lárguense a ver cómo se asfixia su madre con el gasâ. Más gritos. Insiste: âImagÃnense, si los suicidios pudiesen llevar dedicatoria, los que se van de este mundo tendrÃan que esforzarse y ser más imaginativos.
Nada de pastillas ni un balazo en el corazón. âEs que el casero ya le pidió el departamento porque hace un año que no paga, y hoy llegó con un actuario, la policÃa y unos cargadores.
Le querÃan sacar los muebles a la calle. Los vio llegar, y se encerró y luego salió con su numerito. Lleva ya como media hora en el balcón.
Se presentan los bomberos. Hay reporteros, una legión de fotógrafos, camarógrafos de Televisa y Televisión Azteca. Desde un balcón cercano lo entrevista un reportero de radio:. âPorque me da la gana, que es un derecho ciudadano, carajo, y porque alguien debe enfrentarse a estos parásitos capitalistas y echarles en cara la explotación a que nos sujetan.
Estas rentas son un robo. Y el rumbo no es nada seguro. âEstá bien, señor, ¿pero por qué mejor no organiza un movimiento contra la especulación urbana?
âPorque no nacà para lÃder y me conformo con ser mártir Guarda silencio un momento y grita : Pueblo de México, le pensaba dedicar mi suicidio al casero para mancharle de sangre su Navidad, pero mejor te lo dedico a ti, que dejas que te exploten los buitres y los escorpiones.
Responde con dolor a mi dedicatoria. âSi es sagrada a mà me vale madre. Es mi único patrimonio y lo voy a usar creativamente, como una obra de arte, repito. Entra un momento y pone un disco de MarÃa Callas. La riña por la dedicatoria prosigue, algunos se fastidian y se van.
Los camarógrafos se divierten. Nadie toma en serio el suicidio. De pronto un gran silencio. El hombre parece decidido. La burla se transforma en espanto Cinco minutos más tarde, se abre la puerta del edificio y el suicida fallido aparece custodiado por la policÃa.
Esa noche no se contempla su imagen en los noticieros no es noticia , al dÃa siguiente ni una nota en los periódicos, ya basta de localismos. âNo mi señor, con todo respeto le quiero decir que soy hombre honesto con tres hijos, ya dos de ellos con posgrado.
En este oficio llevo diez años, y me da pena reconocer que a últimas fechas se ha desprestigiado un poco, por estos compañeros que no se fijan en el buen nombre de México en el extranjero, y por eso cometen fechorÃas.
Por decir algo le dicen al japonesito al que le dan servicio â¿Sabes qué? Cáete con lo que traigas. Pero ahoritaâ, y el japonesito no entiende español y les reclama, y allà queda un japonesito menos, y que sufra el buen nombre de México.
Le cuento mi idea. Estos señores del gobierno no saben castigar a los culpables, los dejan ir y ya se sabe que un culpable no vuelve nunca dos veces al lugar donde lo detuvieron. Pero no era eso de lo que querÃa hablarle. Vea usted el caso de unos tipos que asaltan un microbús, por decir algo.
¿A cuántos pasajeros les quitan sus relojes, sus anillos de matrimonio, sus carteras, sus chamarras? Y si alguno resiste, pues el tÃpico balazo o el navajazo. Y los arrestan, y salen las comisiones de derechos humanos a defenderlos. No se vale.
Mi plan es sencillo. Detienen a los asaltantes. Si han sido veinte los pasajeros del microbús, que les toque a un año de cárcel por cada uno. Esto lo propongo porque ahora lo usual es que desvalijen a multitudes, el robo a una sola persona como que está pasando de moda.
Okey, pues pongan ustedes que le tocan a los ladrones veinte años de cárcel. La sociedad les perdona la mitad, sus buenos diez años, con una condición: que donen un órgano, el que sea, una córnea, un riñón, el hÃgado, que le hacen falta a tantas personas que son honradas, que se esfuerzan, que trabajan, que luego vienen éstos a quitarles todo.
Asà me gustarÃa: entregan un órgano y se les rebaja la mitad de la condena. Les sale barato. Algunos merecen que se les quiten dos o tres órganos de golpe, como ese Mochaorejas y su grupo que secuestraban y mutilaban a los pobres secuestrados. ¡Pinches malvados! Pero fÃjese, a varios pasajeros cuando les digo que el Mochaorejas deberÃa pagar con varios órganos, me contestaban alarmados: â¿Quién va a querer ponerse una córnea o un riñón de ese criminal?
A lo mejor el transplante convierte al enfermo en un hampónâ. No sé, habrÃa que estudiar esos casos con cuidado, pero a la mayorÃa sÃ: âHiciste eso, ahora pagas con un órganoâ. ¿Qué le parece? Siempre se ha dicho, o si no se ha dicho siempre, es tiempo de darle intemporalidad a la afirmación, que los peseros son el espejo más cierto de la vida.
Allà la gente integra sus silencios, su buen y mal humor, sus cuitas, sus sistemas informativos⦠En los peseros, sobre todo los de trayectos largos, la comunidad instantánea se expresa tan libremente como puede, al cabo que el anonimato resguarda, al cabo que no hay grabadoras, al cabo que quién se fija en las palabras.
Los peseros son el ágora en movimiento, la plaza pública disminuida o acelerada por los semáforos. Eso creÃa yo hasta la semana pasada. EmprendÃ, por razones tan inconfesables como el miedo a los taxis, un viaje en pesero hacia Iztapalapa, casi tan poblado de sobresaltos como los viajes de orden suprema del siglo XIX.
Ãramos al principio ocho seres indiferentes a todo, estoicos, pétreos. Pero como cada embotellamiento es el alfa y el omega de la especie, la frialdad se fue quebrantando.
Y una señora abrió el fuego comunicacional:. âNo me gusta ir amontonada, pero desde niña he vivido asÃ. Ãramos once hermanos en tres cuartitos, más los papás y una tÃa, y tenÃamos un chiste predilecto: âHoy nos toca dormir de pie como en camión.
â Creo que desde entonces no sé dormir sola. Por eso no me he casado. Me sentà un tanto incómodo: ¿A qué venÃa esa confiancita? Pero se me habÃa olvidado la Ley del Transporte Colectivo: las revelaciones nunca vienen solas. Habló acto seguido un señor con aspecto de persona docilizada por el maltrato verbal de sus jefes.
âEso de la familia numerosa es terrible. Se queda uno con la costumbre de sentirse siempre vigilado por alguien. El dÃa de mi noche de bodas nos sentimos tan solos mi mujer y yo ella tiene doce hermanos que invitamos a unos amigos a que se estuvieran con nosotros hasta el amanecer.
¡Dioses de la intimidad! ¿Qué pasó con la discreción del mexicano? Ya nadie detenÃa el rÃo de las confesiones:. âTiene usted razón. Las familias nunca nos dejan. Mi hermano es de esos strippers que se desnudan para las señoras, y mi papá necio que tenÃa que verlo, porque no creÃa que lo hiciera bien.
Y por más que le explicábamos que era sólo para mujeres, él furioso porque no iba. No paró hasta que mi hermano nos hizo un show en un cumpleaños de mi mamá.
Mis hermanas y mis tÃas tuvieron que ponerle billetes en la tanga para que mi jefe viera cómo se podÃa ganar la vida. El joven con aspecto de repartidor de pizza look que consigue el aire de andar de prisa estando sentado se explayó de pronto:.
â¡Qué chistoso! Ahora que sacan ustedes lo de la familia, tengo dos tÃas fantásticas.
Triunfos Inesperados Cotidianos - Missing El resultado en votos electorales ya lo conocemos. Lo que muchos no dicen es que Hillary obtuvo 5 millones de votos menos que Obama en , una Cuando el deporte vuelva regresarán con él las historias cotidianas, los partidos, las jornadas y los triunfos esperados Pasear al perro, hacer la compra, de sobremesa el triunfo de lo cotidiano en las campañas de moda. El denominado "mundane marketing" cuenta
Gritos de felicidad Asà me gusta. Como los quiero cabrones, ahà les va un beso pero no se la crean güeyes, a mà no me gusta el puré de murciélago GriterÃo. Bueno, un beso y aguántense la tocada porque nosotros bien que nos aguantamos su pinche aspecto. âCompañeros, la burguesÃa allà está tan campante y nosotros tan de a tiro, sin movilizar las fuerzas históricas que saquen a estos miserables del poder y le den entrada al campesinado, al proletariado, a las clases medias progresistas y a la vanguardia de las luchas populares.
¿En qué andamos, compas? En la marcha no oà un solo grito de apoyo al heroico pueblo de Vietnam, ni un saludo a las movilizaciones antiimperialistas en Angola. Ya sé que eso fue hace mucho, pero el tiempo histórico allà sigue.
¿Qué pasa? ¿Ya nos comieron la lengua las ratas del imperialismo? El pueblo tiene hambre y sed de justicia y nos toca responder a nosotros, los luchadores de siempre y desde antes.
¿O vamos a dejar que nos vean la cara y el trasero? Ni madres, compas. La lucha del pueblo está más presente que nunca, está en todas partes y viva la vanguardia, y ahà te vamos burguesÃa Y llégale , y llégale , y llégale , y llégale , y llégale , y llégale Sigue cinco minutos con las mismas dos palabras y el orador emocionado y ronco.
Se detiene un breve instante y continúa Y llégale , y llégale , y llégale , y llégale Lleva diez minutos en el rosario agitativo, y alguien del comité organizador le sugiere que concluya, el orador no hace caso y persiste en el Y llégale hasta que le arrebatan el micrófono.
Furioso, desciende y se pierde entre los restos de la marcha, mientras se escucha a cada segundo más apagadamente: Y llégale , y llégale Hay performances muy limitados en su alcance, no obstante el gran éxito inicial.
Por ejemplo: el aviso del surgimiento de imágenes de la Virgen de Guadalupe. El esquema suele ser reiterativo: alguien, por lo común una señora devota, localiza la presencia inesperada de la imagen bendita, se lo cuenta a los vecinos, le habla a la televisora local o a las grandotas, le avisa al cura más cercano del bienaventurado caso, acuden los reporteros y las cámaras, los vecinos toman partido decididamente, las autoridades religiosas piden tiempo para emitir un veredicto nunca se produce , y con gran unción algún sacerdote oficia allà mismo la misa de agradecimiento.
También un incrédulo publica un artÃculo sobre alucinaciones colectivas, y se refiere sarcásticamente a los creyentes afectados por la mercadotecnia, que definen el cielo como âla oferta de temporada eterna para los fielesâ.
No, yo no fui el primero que la vio, por eso fui el primero que dio aviso, aunque el que la contempló antes que nadie a ella, la Morenita del Tepeyac, fue Ernesto, el vago que nunca falta aquà por la plaza. Yo me distraje observando una carroza fúnebre por la Avenida Hidalgo, donde eso casi nunca sucede, la lentitud desespera el tránsito, pero Ernesto, que ese dÃa no tenÃa qué hacer, pues cuándo, se iba a meter al Metro Hidalgo y que se fija en el piso porque es muy distraÃdo, es de los de âyo paârriba no sé mirarâ, y allà estaba la losa con la imagen de la Morena, resplandeciente aunque un tanto difÃcil de mirar, era ella sin duda.
En eso que llega Toñita, la que vende flores, y que suelta un grito y se pone a llorar, y nadie la calmaba, y lágrimas y lágrimas, y hubo quienes lloraban por solidaridad, y ella gritaba â¡Milagro, milagro!
â, y luego añadÃa: âDevuélveme a Pedro, Patroncita! â y llegaba gente y se maravillaba ante la imagen, y empezaron a caer los reporteros, y la televisión y los camarógrafos, y las preguntas igualitas, que cómo ocurrió esto, y a poco es de veras la Virgen, no se parece a la de las fotos, ¿cuáles fotos?
â, y nadie supo responder, pero daba igual porque a todos nomás les importaba la Virgen, y que se presenta un cura a dar fe, más bien a echar una ojeada, y la gente no hizo caso de sus preguntas, y lo obligó a decir misa y en los alrededores del Metro Hidalgo no se podÃa dar un paso, y la gente rezaba y una señora gritó: âEs un mensaje del cieloâ, porque en el Metro se pecaba, y las parejas no se esperaban a la recámara y otra señora le gritó que no dijera tonterÃas, que la Virgen no usaba sus apariciones como regaños, y otra señora que usa el Metro ya muy noche comentó: âSiquiera usaran condónâ.
Y la regañadora replicó: âPues tampoco la Virgen apadrina el vicioâ, y Toñita, su opositora le contestó: âDirá amadrinaâ, y Toñita dále que dále con la devolución de su Pedro, y los paseantes rezaban y el cura aconsejaba prudencia, y llegó otro sacerdote que recomendó más plegarias aunque distintas para no aburrir al Todopoderoso, y una persona que lo acompañaba vendÃa los rezos, y tuvieron que cerrar esa entrada al Metro, y Toñita despachaba flores como loca, y ya nunca supe si volvió Pedro, porque me dio flojera preguntar, y además me puse a ayudarla con la venta, y a ella también se le olvidó.
Se arman miniperegrinaciones, la gente se forma en el pasillo con paciencia admirable, nadie que pase por allà se atreve a comentar en voz alta lo pasado de moda de los milagros, ni su incapacidad de competir con los efectos especiales.
La noticia se eleva en los altares mediáticos, vienen de la provincia y de la nueva provincia las delegaciones de la Ciudad de México , a certificar el suceso, hay rezos, hay problemas de vialidad en el Metro Hidalgo Luego, el fervor amengua y a los dos meses una vecina en un centro habitacional descubre junto a su refrigerador, no una mancha de humedad, sino la mismÃsima imagen de la Morenita del Tepeyac, llama a los vecinos y a la televisión, se dinamiza el centro habitacional Y luego desciende el olvido, la imagen de la loza de cemento en el Metro es colocado respetuosamente en un nicho del pasillo, de la virgen del refrigerador no se vuelve a hablar y de pronto, en un pueblo de Hidalgo un vecino descubre en un árbol una imagen Una tarde triunfalista en una colonia restaurantera de la Ciudad de México.
Los restaurantes están que no cabe ni un alma ni un sÃmil, y en una calle cercana a la zona donde los restaurantes se multiplican como si fueran panes y peces, se oyen voces fuertes, una mujer pide auxilio, la gente corre, algunos regresan precipitadamente a sus mesas y se vuelven a ir con sus amigos, los meseros quieren controlar el éxodo y acuden a toda su disciplina corporal para mantenerse en sus sitios, desesperados.
En el balcón del tercer piso del edificio, un hombre de unos 40 años anuncia su decisión: va a renunciar a la existencia, y antes de hacerlo explica el motivo: lo corren del edificio, no tiene adónde ir, la expulsión es una canallada.
Además, con su acto se propone hacer una contribución mundial, lo va a dedicar, alega, âcomo si fuera una obra de arte, que es lo que va a ser. Durante siglos, la humanidad ha desaprovechado la oportunidad extraordinaria de convertir los suicidios en obras únicas, y al quitarle el sentido estético a estos finales por voluntad propia, se les condena a ser meramente circunstanciales, mi suicidio será el primero que se dedique como una pieza de colección.
Desde abajo, la multitud se enardece. ¡Ya bájate, pendejo! ¡No nos quites el tiempo! â El casi agonizante se ofende: âVáyanse al carajo. Yo no les pedà que vinieran.
Lárguense a ver cómo se asfixia su madre con el gasâ. Más gritos. Insiste: âImagÃnense, si los suicidios pudiesen llevar dedicatoria, los que se van de este mundo tendrÃan que esforzarse y ser más imaginativos. Nada de pastillas ni un balazo en el corazón.
âEs que el casero ya le pidió el departamento porque hace un año que no paga, y hoy llegó con un actuario, la policÃa y unos cargadores.
Le querÃan sacar los muebles a la calle. Los vio llegar, y se encerró y luego salió con su numerito. Lleva ya como media hora en el balcón. Se presentan los bomberos.
Hay reporteros, una legión de fotógrafos, camarógrafos de Televisa y Televisión Azteca. Desde un balcón cercano lo entrevista un reportero de radio:. âPorque me da la gana, que es un derecho ciudadano, carajo, y porque alguien debe enfrentarse a estos parásitos capitalistas y echarles en cara la explotación a que nos sujetan.
Estas rentas son un robo. Y el rumbo no es nada seguro. âEstá bien, señor, ¿pero por qué mejor no organiza un movimiento contra la especulación urbana? âPorque no nacà para lÃder y me conformo con ser mártir Guarda silencio un momento y grita : Pueblo de México, le pensaba dedicar mi suicidio al casero para mancharle de sangre su Navidad, pero mejor te lo dedico a ti, que dejas que te exploten los buitres y los escorpiones.
Responde con dolor a mi dedicatoria. âSi es sagrada a mà me vale madre. Es mi único patrimonio y lo voy a usar creativamente, como una obra de arte, repito. Entra un momento y pone un disco de MarÃa Callas.
La riña por la dedicatoria prosigue, algunos se fastidian y se van. Los camarógrafos se divierten. Nadie toma en serio el suicidio. De pronto un gran silencio. El hombre parece decidido.
La burla se transforma en espanto Cinco minutos más tarde, se abre la puerta del edificio y el suicida fallido aparece custodiado por la policÃa. Esa noche no se contempla su imagen en los noticieros no es noticia , al dÃa siguiente ni una nota en los periódicos, ya basta de localismos.
âNo mi señor, con todo respeto le quiero decir que soy hombre honesto con tres hijos, ya dos de ellos con posgrado. En este oficio llevo diez años, y me da pena reconocer que a últimas fechas se ha desprestigiado un poco, por estos compañeros que no se fijan en el buen nombre de México en el extranjero, y por eso cometen fechorÃas.
Por decir algo le dicen al japonesito al que le dan servicio â¿Sabes qué? Cáete con lo que traigas. Pero ahoritaâ, y el japonesito no entiende español y les reclama, y allà queda un japonesito menos, y que sufra el buen nombre de México.
Le cuento mi idea. Estos señores del gobierno no saben castigar a los culpables, los dejan ir y ya se sabe que un culpable no vuelve nunca dos veces al lugar donde lo detuvieron. Pero no era eso de lo que querÃa hablarle. Vea usted el caso de unos tipos que asaltan un microbús, por decir algo.
¿A cuántos pasajeros les quitan sus relojes, sus anillos de matrimonio, sus carteras, sus chamarras? Y si alguno resiste, pues el tÃpico balazo o el navajazo.
Y los arrestan, y salen las comisiones de derechos humanos a defenderlos. No se vale. Mi plan es sencillo. Detienen a los asaltantes. Si han sido veinte los pasajeros del microbús, que les toque a un año de cárcel por cada uno. Esto lo propongo porque ahora lo usual es que desvalijen a multitudes, el robo a una sola persona como que está pasando de moda.
Okey, pues pongan ustedes que le tocan a los ladrones veinte años de cárcel. La sociedad les perdona la mitad, sus buenos diez años, con una condición: que donen un órgano, el que sea, una córnea, un riñón, el hÃgado, que le hacen falta a tantas personas que son honradas, que se esfuerzan, que trabajan, que luego vienen éstos a quitarles todo.
Asà me gustarÃa: entregan un órgano y se les rebaja la mitad de la condena. Les sale barato. Algunos merecen que se les quiten dos o tres órganos de golpe, como ese Mochaorejas y su grupo que secuestraban y mutilaban a los pobres secuestrados.
¡Pinches malvados! Pero fÃjese, a varios pasajeros cuando les digo que el Mochaorejas deberÃa pagar con varios órganos, me contestaban alarmados: â¿Quién va a querer ponerse una córnea o un riñón de ese criminal? A lo mejor el transplante convierte al enfermo en un hampónâ. No sé, habrÃa que estudiar esos casos con cuidado, pero a la mayorÃa sÃ: âHiciste eso, ahora pagas con un órganoâ.
¿Qué le parece? Siempre se ha dicho, o si no se ha dicho siempre, es tiempo de darle intemporalidad a la afirmación, que los peseros son el espejo más cierto de la vida.
Allà la gente integra sus silencios, su buen y mal humor, sus cuitas, sus sistemas informativos⦠En los peseros, sobre todo los de trayectos largos, la comunidad instantánea se expresa tan libremente como puede, al cabo que el anonimato resguarda, al cabo que no hay grabadoras, al cabo que quién se fija en las palabras.
Los peseros son el ágora en movimiento, la plaza pública disminuida o acelerada por los semáforos. Eso creÃa yo hasta la semana pasada. EmprendÃ, por razones tan inconfesables como el miedo a los taxis, un viaje en pesero hacia Iztapalapa, casi tan poblado de sobresaltos como los viajes de orden suprema del siglo XIX.
Ãramos al principio ocho seres indiferentes a todo, estoicos, pétreos. Pero como cada embotellamiento es el alfa y el omega de la especie, la frialdad se fue quebrantando.
Y una señora abrió el fuego comunicacional:. âNo me gusta ir amontonada, pero desde niña he vivido asÃ. Ãramos once hermanos en tres cuartitos, más los papás y una tÃa, y tenÃamos un chiste predilecto: âHoy nos toca dormir de pie como en camión.
â Creo que desde entonces no sé dormir sola. Por eso no me he casado. Me sentà un tanto incómodo: ¿A qué venÃa esa confiancita?
Pero se me habÃa olvidado la Ley del Transporte Colectivo: las revelaciones nunca vienen solas. Habló acto seguido un señor con aspecto de persona docilizada por el maltrato verbal de sus jefes. âEso de la familia numerosa es terrible. Se queda uno con la costumbre de sentirse siempre vigilado por alguien.
El dÃa de mi noche de bodas nos sentimos tan solos mi mujer y yo ella tiene doce hermanos que invitamos a unos amigos a que se estuvieran con nosotros hasta el amanecer. ¡Dioses de la intimidad! ¿Qué pasó con la discreción del mexicano? Ya nadie detenÃa el rÃo de las confesiones:. âTiene usted razón.
Las familias nunca nos dejan. Mi hermano es de esos strippers que se desnudan para las señoras, y mi papá necio que tenÃa que verlo, porque no creÃa que lo hiciera bien. Y por más que le explicábamos que era sólo para mujeres, él furioso porque no iba. No paró hasta que mi hermano nos hizo un show en un cumpleaños de mi mamá.
Mis hermanas y mis tÃas tuvieron que ponerle billetes en la tanga para que mi jefe viera cómo se podÃa ganar la vida. El joven con aspecto de repartidor de pizza look que consigue el aire de andar de prisa estando sentado se explayó de pronto:.
Hillary Clinton sólo fue mencionada una vez. Al día siguiente un ramillete de actores, presentadores y famosos varios publican un video llamando a los estadounidenses a votar contra Trump. El video se hace viral y los responsables de la campaña de Hillary Clinton se frotan las manos.
La victoria está asegurada. Ese mismo día comencé a pensar justamente lo contrario: será Donald Trump el que gane las elecciones presidenciales.
La cuestión es que Trump comienza a sonar más fuerte que el de su rival. Está en todas las conversaciones, especialmente en las virtuales, y su popularidad -positiva o no- crece como la espuma espoleada por sus detractores.
Llegado el día de las elecciones la gente lo recordará. Sucederá como cuando uno va a un bar y quiere tomar algo pero no sabe qué, ¿qué es lo primero que se le viene a la mente?
Por el bando contrario, con la victoria asegurada, Hillary Clinton no tiene propuestas concretas y se dibuja a sí misma como una continuación del idolatrado Barack Obama.
Además, en los debates sale a la defensiva, a no perder, con lo cual permite que su rival destaque. El resultado en votos electorales ya lo conocemos. Lo que muchos no dicen es que Hillary obtuvo 5 millones de votos menos que Obama en , una caída de casi un 9 por ciento.
Trump igualó la cifra de Romney. Esa es una de la claves de esta elección. La realidad es que los acomodados votantes de centro no salieron a votar contra Donald Trump, sencillamente no salieron a votar. Mientras, el votante medio republicano sí salió a votar y a revolcar a las casas encuestadoras que aún están analizando qué sucedió para tan estrepitoso fracaso.
Es ist die Bedingtheit
Ich denke, dass Sie sich irren. Schreiben Sie mir in PM, wir werden umgehen.
Diese einfach unvergleichliche Mitteilung
Absolut ist mit Ihnen einverstanden. Darin ist etwas auch mir scheint es die ausgezeichnete Idee. Ich bin mit Ihnen einverstanden.